Pandemia y aislamiento.

Una aproximación sobre sus implicancias en las relaciones sociales y las dimensiones del Estado*

por Micaela Della Vedova y Ángeles Traina
Licenciadas en Ciencias Sociales (UNQ)

 

El aislamiento decretado por el Gobierno Nacional a raíz de la emergencia sanitaria, producto del COVID-19,  contiene como primer adjetivo el concepto “social” porque apela a todos los ciudadanos para participar y cumplirlo con un sentido de salud colectiva. Ahora bien, esta no parece ser la percepción inmediata que genera la medida. Se registran una gran cantidad de sentidos asociados a la idea de que realizar una acción social implica relaciones e interacción directa e inmediata con otras personas. Cumplir con la cuarentena podría parecer, a simple vista, una acción en total desconexión de otras personas, en soledad física.

Desde la sociología interpretativa de Max Weber, acción social es toda aquella que tenga un sentido para quien la realice y está orientada por las acciones de otro sujeto.  Siguiendo esta idea, cumplir la cuarentena de acuerdo a las normas establecidas por la autoridad, a determinados fines de preservación, a valores de respeto o a la emotividad, por ejemplo, la constituye en una acción social. Sin embargo, requiere un esfuerzo correrse de la posición de la costumbre de las relaciones físicas y  donde la virtualidad emerge como una novedad.

Teniendo en cuenta estos elementos, registramos que lo físico es percibido como una característica fundamental en los procesos de socialización, aprendizaje y construcción de identidades. La mirada del otro que construye hoy no está o es remota. Entonces la pregunta “¿Cuántas vistas tengo en mi posteo?” se volvió habitual por estos días para las imágenes que buscan construir discursos en contexto de ausencias físicas y “realidad” virtual. Entonces, ante el panorama actual, expresarse mediante los elementos que constituyen el espacio virtual parece convertirse en una necesidad del sujeto para reafirmar su existencia social ante un otro  externo y diferente de sí.

La sexualidad es un ejemplo primario de la construcción compartida que se realiza en muchas de las esferas que se habitan a diario y los papeles que en ellas se performan. Se registraron una gran cantidad de detenciones por violar el aislamiento por ese motivo. «Sos tu compañero de sexo más seguro» reza la primera recomendación que dio el Ministerio de Salud argentino sobre este tema durante la cuarentena. Sin embargo, la de sexting tuvo más repercusión en medios de comunicación y redes sociales, en sexualidades aprendidas y acostumbradas a ser primero  con un otro que con uno mismo. Y además, principalmente, porque choca con una cultura de la masturbación masculina y el tabú de la femenina. El autoamor es una idea planteada por nuevas generaciones en un contexto donde la conexión que legitima es la que tiene un referente externo.

Cabe mencionar, desde ya, a aquellos grupos que precisan continuar su reproducción material fuera de sus casas, que no tienen vivienda o no están en condiciones de sostener el aislamiento.  La empatía y la solidaridad son mensajes fundamentales del discurso oficial ante la pandemia. Sin embargo, en una mirada rápida a las redes sociales más utilizadas se percibe, por un lado, la banalización de estas consideraciones y, por otro lado, la exageración de la costumbre de la productividad, valor clave del sistema económico vigente. Sobre este aspecto nos encontramos con un velo corriéndose acerca de determinadas actividades vinculadas al ámbito laboral, donde el teletrabajo adquiere una dimensión de relevancia y, a la vez, puede ponernos en presencia de nuevas brechas en relación a los oficios ejercidos. También, ante la misma brecha digital de la que tanto se ha hablado en ámbitos educativos y que hoy se traslada a otras esferas de actividad.

Podemos pensar, entonces, la dimensión social de la problemática sanitaria desde los roles desempeñados por los ciudadanos asumiendo nuevas performances y en marcos de interacción, aunque ya existentes, novedosos en un papel emergente de “mantener la vida social”. Por otro lado, a una escala macro se encuentra la dimensión política de este problema que viene a replantearnos el modo en que el Estado se nos presenta en la vida cotidiana y el modo en que lo percibimos.

Sobre el Estado, continuando desde la lectura de Weber, podemos entenderlo como aquel que se extiende sobre un determinado territorio cubriendo a aquellos  que lo habitan mediante instituciones gubernamentales, administrativas y represivas. Estos elementos lo distinguen de otros tipos de organización, pero ni las instituciones gubernamentales, ni las administrativas generan tantos interrogantes como las represivas. El aislamiento social supuso una coordinación más visible en lo que respecta a la ciudadanía entre las distintas instituciones mencionadas. En ese punto se observan diferentes apreciaciones acerca de la presencia de las fuerzas represivas del Estado en el territorio y en distintos espacios institucionales ¿Cuál es su papel? ¿Cómo afecta a la percepción acerca de la seguridad? ¿Cómo nos afecta en términos de sentirnos vigilados? Detenernos a reflexionar desde una perspectiva crítica un momento que nos atraviesa en el aquí y ahora se torna, sin dudas, complejo y habilita más preguntas que respuestas. Notamos que la observancia del Estado en la esfera privada de las relaciones se vuelve tangible -desde que una institución gubernamental me  recomiendan vincularme sexualmente de manera virtual. Entonces el sujeto, mediante esta manera de interactuar a través de redes sociales, comprende que asume un rol activo y que está siendo afectado de manera colectiva por las decisiones y acciones de otres , se vuelve clara la percepción del sujeto como parte de un entramado colectivo reafirmando sus conductas y comportamientos mediante la difusión de sus quehaceres, validando sus posiciones con el entorno virtual.

Retomando la definición en esencia del Estado con un objetivo claro de preservación de su territorio y sus habitantes ante amenazas externas o caos interno, el sentido común venía a representarnos esas amenazas externas como conflictos territoriales con otros Estados, posibles guerras, alteraciones políticas y elementos del orden de la confrontación. Ahora bien, entendemos que esta amenaza se presenta en el orden de lo sanitario, de la preservación de la vida en un panorama en el que las economías están siendo deterioradas, pero que ponen en cuestión aquellos elementos materiales considerados como imprescindibles, muchos sin los que se puede continuar viviendo. En ese marco el papel del Estado mediante sus instituciones se vuelve claro, pero la observancia de la ciudadanía es en términos primarios respecto de los Ejecutivos Nacionales, Provinciales y Municipales, reafirmando una cosmovisión presidencialista en los sistemas políticos latinoamericanos en general y en el argentino en particular, que atenta contra el equilibrio entre poderes en los niveles de gobierno nacional y subnacionales.

En el caso puntual de la pandemia en Argentina, se registra una gran cantidad de expresiones mediáticas que dan cuenta de una percepción de ausencia de la distinción entre los Poderes del Estado e ideas que representan al Poder Ejecutivo como un ente superpoderoso. Se pueden leer discursos mediatizados en redes sociales dirigidos hacia “Alberto” como la figura de autoridad en las medidas tomadas a la que se evoca unidireccionalmente. Esto remite y se basa en una concentración de poder real en el Poder Ejecutivo y en un discurso oficial de autoridad. A la vez estas representaciones son utilizadas para constituir otros mensajes por parte de otros  actores como se pudo apreciar en el reciente conflicto a causa de la liberación de presos; que corresponde a decisiones tomadas por el Poder Judicial.

En este marco de ideas se observa una disputa de sentido entre el poder político y el poder mediático respecto de las representaciones sociales que se generan sobre el gobierno y su consenso. Esto se replica al interior de ambos poderes en sus distintas facciones con diversidad de actores, alianzas y cruces, también, con otros grupos sociales representativos. Es interesante analizar aquellas ideas subjetivas que se forman en el seno de la sociedad y como mediáticamente estas se alimentan o se resignifican mediante la instalación de tópicos que en algunas situaciones poco contribuyen a mantener la convivencia armónica.

Lejos de convertir este ensayo en una crítica hacia los medios de comunicación o una defensa hacia las acciones gubernamentales, entendemos que es necesario para la conciencia colectiva desarrollar herramientas para la observación de estas disputas de sentido sobre todo en contextos como el actual dónde los espacios de información son muy requeridos y las ciudadanías se tornaron casi dependientes de estos entornos virtuales.  Consideramos que la alimentación del temor, el pánico o la confrontación encienden una alerta en términos de preservación de la democracia.

Desde esta definición del Estado en su dimensión económica podemos abordar su alcance ante la crisis. Las medidas de licenciamiento obligatorio de los grupos de riesgo, la prohibición de despidos a las empresas, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), los préstamos a PyMEs, la paga de parte de sueldos del sector privado, la inversión de fondos de emergencia para financiar el sistema de salud, la compra de insumos y la investigación en Ciencia y Tecnología dan cuenta de políticas públicas de gran alcance que tienden a buscar disminuir los efectos negativos de la crisis sobre los grupos más afectados. La implementación de las mismas generan desafíos para los sistemas administrativos, sobre todo en las de llegada masiva como las que están a cargo de gestionar la ANSES; por ejemplo el IFE que se prevé llegue a más de ocho millones de ciudadanos. Dichas medidas del ámbito nacional, también se replican en los gobiernos provinciales y locales. Los gobiernos locales del Conurbano Bonaerense, principal zona de riesgo junto con C.A.B.A., asumieron un rol activo en la emergencia en la proximidad a los grupos más afectados con medidas que van desde la organización de comedores para brindar alimento hasta la creación de aplicaciones para compras locales desde el domicilio. La construcción de hospitales modulares en estos territorios generó instancias de coordinación multinivel.

La emergencia sanitaria en cierta forma acabó por demostrar que, ante las contingencias, las instituciones del Estado deben brindar respuesta desde todos sus ámbitos y en cualquiera de sus dimensiones, aunque puso en evidencia un sistema de salud que tuvo que reorganizarse, la necesidad de actualizar y perfeccionar sistemas informáticos y la necesaria tarea del cruce de datos entre distintos organismos encargados de brindar respuestas a los sectores más desfavorecidos. En esa línea, también es evidente que el contenido  y las intenciones de la política pública por sí solos no son suficientes, son necesarias las instancias de organización, coordinación y planificación para la puesta en práctica de las mismas. El alcance de los objetivos que se plantean los proyectos públicos sin una claridad respecto de los medios e instrumentos para alcanzarlos, remitirá al fracaso de estas propuestas.

En conclusión, la pandemia provoca novedades en todas las dimensiones del Estado repasadas en el presente ensayo. Una de las consideraciones finales que entendemos necesaria se expresa respecto de cómo estas novedades y una visible presencia de las instituciones del Estado a través de algo tan cotidiano como la comunicación y la interacción circular retroactiva (el uso de las redes sociales y distintos canales que implican un feedback comunicacional), vienen a plantear una resignificación respecto de su papel en cuanto a la percepción de la ciudadanía. Sin dudas, el papel del Estado en el caso de la Argentina ha tenido a actores de las distintas disciplinas académicas, del mundo de la política, de los medios e incluso a ciudadanos de a pie reflexionando al respecto y proponiendo diversas conceptualizaciones.

En este contexto, las propuestas gubernamentales, que consideramos acertadas –aunque a veces insuficientes- en materia de salud pública e igualdad, representan un desafío en términos de acciones sociales porque disputan costumbres y sentidos comunes fuertemente arraigados en la interacción física, a la vez que nos invitan a repensar el sentido subjetivo de las mismas. Entender que algunos comportamientos rutinizados, como compartir un mate o ir al supermercado, adquieren un sentido distinto en una coyuntura como la actual. Obligan a considerar la relevancia de los marcos de interacción, los sentidos y los escenarios donde se constituyen las acciones sociales. Por todo esto, consideramos adecuado seguir reforzando el sentido de la emotividad en la comunicación de las medidas dado que se involucra el significado de la identificación en la búsqueda de la resolución de las problemáticas que, en algunas instancias, contribuye a  construir espacios armónicos, algo poco frecuente  desde hace un tiempo.

*Escrito el 6 de mayo de 2020 en la etapa inicial del Aislamiento social, preventivo y obligatorio en Buenos Aires, Argentina.

 


MICAELA DELLA VEDOVA
Licenciada en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Quilmes). Maestranda en Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad Nacional de Quilmes). Integrante del Programa de Investigación y Desarrollo “Hegemonía: cuestiones teóricas, estrategias metodológicas y estudios empíricos, con énfasis en las disputas por la cuestión agraria en la Argentina contemporánea”, Instituto sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC-Universidad Nacional de Quilmes). Investigo sobre políticas públicas y construcción de hegemonía en la Argentina.

ÁNGELES TRAINA
Licenciada en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Quilmes). Maestranda en Gobierno Local (Universidad Nacional de Quilmes). Es integrante de  la Unidad de Gobiernos Locales del departamento de Economía y Administración, allí forma parte del proyecto de investigación “Sistema Iberoamericano de Medición de la Autonomía municipal”. Se desempeña profesionalmente en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y colabora en la organización de actividades académicas de la Fundación Internacional para el Desarrollo Local.