La batalla cultural de la derecha

por Daniel Badenes
Docente e Investigador, Departamento de Ciencias Sociales – UNQ

 

Un libro que me quedó afuera de la reseña múltiple que publicamos en la edición anterior de Palabras sin cuarentena es Pandemonium. No me refiero a la reciente obra del psicoanalista Jorge Aleman (NED ediciones, junio de 2020) sino a otra publicada un mes antes: una compilación coordinada por Carlos Beltramo y Carlos Polo que lleva por subtítulo ¿De la pandemia al control total?. Se trata de un caso extraño a ese panorama de compilaciones que empezaron con Sopa de Wuhan y donde los debates se dieron en el marco común de un pensamiento progresista o de izquierdas. A veces cometemos el error de creer que la derecha no escribe ni tiene intelectuales; Pandemonium nos corrige: tiene pensadores, universidades, fundaciones, medios de comunicación y relatos eficaces.

Esta compilación fue una iniciativa de las oficinas europea y latinoamericana del Population Research Institute (PRI), una entidad fundada en Estados Unidos hace treinta años por Paul Marx, un sacerdote y “sociólogo de la familia”, militante contra la legalización del aborto, asunto que no casualmente se cuela en las páginas de este libro sobre la pandemia. Este PRI (que no es el mexicano) de Marx (que nada tiene que ver con Karl) se instaló en nuestra región hace unos quince años. Su política siempre fue un ataque frontal a instituciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas, acusado de “anti vida” y “anti familia”, y su mayor incursión en el mundo de las epidemias había sido su enunciado interés por enfrentar el VIH-SIDA… promoviendo la castidad. Pero quedarse con esa idea fundacional es insuficiente para caracterizar su trabajo. Lo que el libro evidencia es que el PRI es un nodo dentro de un gran laboratorio de ideas que conjuga la preocupación por la familia con un discurso anti-estatal (anticipemos el nombre de dos autores locales de Pandemonium: Agustín Laje y Javier Milei), un remanente anticomunismo y una versión renovada de las teorías sobre la Conspiración Sinárquica, que ahora señala un tridente formado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Bill Gates y el Partido Comunista Chino. Días atrás nos reímos con algunas voces de las marchas anticuarentena, donde un par de exaltades hablaban del “Nuevo Orden Mundial” y la “vacuna de niños abortados”. La caricatura pierde gracia al saber que esas palabras emanan de un relato articulado, que tiene ideólogxs, recursos y seguidorxs. Pandemonium es un buen botón de muestra.

Beltramo y Polo, los compiladores, referentes de Europa y América Latina -respectivamente- del Population Research Institute, consideran que la pandemia es el mayor desafío para la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial y que un asunto clave radica en “la guerra por el relato”. Reivindican a “países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Australia” que “no creen esta versión oficial amparada insólitamente por la Organización Mundial de la Salud”. Por eso, en un ejercicio equivalente a la docena de libros publicados desde el pensamiento social crítico y cercano a las izquierdas, convocaron a “17 intelectuales de 9 países” que “desde miradas tan diferentes como la filosofía, el derecho, la economía, la ciencia política, el periodismo de investigación, la sociología nos hayamos sentido en la obligación de decir algo, de lanzar una advertencia”. En cinco puntos, una apretada síntesis de las ideas del libro:

1. Un virus fabricado. Si la preocupación por entender las enfermedades zoonóticas primaba en libros como La Fiebre, aquí el eje está puesto en las conspiraciones: una geopolítica de fuentes dudosas pero bien articulada, un relato atractivo -digno de películas de suspenso- y sobre todo, dador de certezas en tiempos de incertidumbre. La fabricación del virus es la teoría que sostiene Steven Mosher, actual presidente del Population Research Institute e históricamente ligado a estudios sobre China, donde estuvo como investigador hacia 1980 gracias a gestiones del entonces presidente Jimmy Carter. Como parte de su militancia anti-abortista, Mosher denunció la política del hijo único que regía en ese país. No lo hizo de la manera más ética: por mostrar imágenes de mujeres chinas sometidas a abortos forzados con la cara expuesta, terminó expulsado de la Universidad de Stanford. En estas tres décadas siguió publicando sobre el país asiático, lo que permite que lo presenten como “uno de los expertos en China más reconocidos a nivel mundial”. Desde ese lugar escribe “La biografía del virus chino”, la historia del supuesto origen del SARS-Cov-2, al que llama Chinavirus. El comunicador español Javier Villamor complementa el argumento del thriller al remontar la historia al robo de una cepa de coronavirus perpetrado por una pareja de chinos en una laboratorio canadiense. Mosher dice que “China se ha dedicado a destruir la escena del crimen. Médicos y otras personas que advirtieron sobre la verdad del origen de la pandemia han desaparecido sin dejar rastros”. Y la OMS ha ocultado todo por una razón obvia: ¡está comandada por el marxismo!

2. El fantasma del comunismo. No todo es nuevo en las nuevas derechas: el anticomunismo es un componente clásico y persistente, como si la Guerra Fría no hubiera concluido. La etiqueta comunista es lo que genera una cadena de equivalencias entre el intelectual esloveno Slavoj Žižek (que fue noticia con un texto temprano, un tanto vendehumo, donde por la sola necesidad de más Estado pronosticó un futuro comunista), el inmunólogo etíope que dirige la OMS Tedros Adhanom (que fuera ministro del gobierno del Frente de Liberación Popular de Tigray), el Partido Comunista Chino (aunque gobierne una enorme economía capitalista) y la coalición gobernante en España, contra la que cargan las tintas buena parte de lxs autorxs -tanto los tres españoles que escriben en la compilación como la economista colombiana Vanessa Vallejo, que acusa a la alianza PSOE-Podemos de una sociedad con el narcotráfico internacional.

En el libro, los ataques a la izquierda son desparejos: van de alguna crítica certera al prejuicio maccarthista y se contradicen entre sí. Los libertarios cordobeses se mofan de la “intelectualidad izquierdista” que se entusiasmó con el virus y profetizó el fin del capitalismo, en particular de Žižek. Señalan la falta de un agente de la revolución (el sujeto histórico ha sido reemplazado por el virus), un asunto que ha sido objetado en los debates de la propia izquierda. Pero a su vez, el capítulo de Vallejo (“Cómo aprovechar una pandemia para implantar el ´paraíso´ comunista”) sostiene que “los países han ´avanzado´ varios peldaños” en el camino al comunismo… Es decir, comparte (en su caso, no con esperanza sino con miedo) el razonamiento del esloveno, que en cierto modo confunde mayor presencia del Estado con comunismo.

3. El involucramiento de una élite empresarial. Algunos autores vinculan con la pandemia al multimillonario George Soros -cuyas inversiones en una empresa biotecnológica lo ligan a Wuhan- y a Bill y Melinda Gates, que como se sabe juegan su propio juego apostando a una posible vacuna (la mira puesta sobre ellxs no es casual en este andamiaje ideológico, ya que también se lxs acusa por adherir al control de natalidad). En una suerte de actualización de las tesis sobre la sinarquía internacional que tanto abonó en Argentina Carlos Disandro, el peruano Miklos Lukacs (¡otro apellido que confunde!), afín al partido nueva-pero-ya-vieja-derecha fundado por Keiko Fujimori, reúne ambos enemigos: “El metacapitalismo y el PCC -escribe en Pandemonium– comparten una visión de progreso utilitarista, materialista y mecanicista basada en la sociometría (y muy pronto, la biometría)”. Tras asumir la imposibilidad de alcanzar solos la dominación global, dice, se han unido para lograrla en base a la supremacía tecnológica. Comparten, además, la “agenda abortista”.

4. Un elaborado discurso anti-Estado. Casi en espejo a les intelectuales de izquierda que hablaron del virus del capitalismo, el editor Carlos Beltramo abre el libro con advertencias sobre el estatismo, un “nuevo virus político y económico podría ser tanto o más mortal que el biológico”. Y si el relato anticomunista puede sonar anacrónico, el antiestatismo resulta muy eficaz y aglutina ideas que vienen de los economistas de Chicago, el minarquismo (corriente cuyo modelo es el Estado mínimo, sólo garante de ejército, policía y tribunales) y el paleolibertarismo de Murray Rothbard y Lew Rockwell, que traza el puente con valores culturales del conservadurismo. Para todes, el Estado debe dejar de asfixiar a la empresa libre y a la familia.

El jurista Francisco José Contreras Peláez, diputado de Vox en España, plantea que la enorme crisis que generará el coronavirus requerirá medidas radicales que podrán seguir el camino de Singapur o el camino de Venezuela/Argentina: el alivio fiscal y la flexibilización laboral, o la sociedad del subsidio.

El Estado no sólo es impugnado como obstructor de la economía. Uno de los dos capítulos aportados por Agustín Laje expone el temor al “control total” al que refiere el título del libro. En “El poder en tiempos de pandemia” (publicado originalmente en PanAm Post el 21 de marzo) plantea que los debates han girado en torno a la salud (propia y ajena) y economía (nacional e individual) y se ha olvidado el análisis sobre el poder y la política. El politólogo cordobés es muy hábil. Este artículo en particular, si borráramos las marcas de autor y lo pusiéramos circular en el ámbito en que se viralizaron otros libros pandémicos, podría atraer a más de un lector o lectora progresista. Michel Foucault, Gilles Deleuze y Byung-Chul Han son sus únicas citas explícitas. Con el primero advierte que la peste es el sueño de las sociedades disciplinarias. Con el último, que Occidente está preparado para poner en marcha dispositivos de control social semejantes a los de China. Algo similar pasa con parte del capítulo de Miklos Lukacs, que al mencionar las 200 millones de cámaras de vigilancia y el sistema de crédito social chino, no difiere del ensayo del filósofo surcoreano incluido en Sopa de Wuhan o los reparos que muchxs hemos tenido sobre las apps -públicas y privadas- que recogen datos personales (El peruano retoma el trabajo de la socióloga estadounidense Shoshana Zuboff sobre el capitalismo de vigilancia, otra cita que confunde nuestras coordenadas ideológicas…).

5. La familia como base de la sociedad libre. De forma análoga al diputado de Vox, el argentino Erick Kammerath también traza una disyuntiva “entre una nueva forma de estatismo, de proporciones jamás vistas, con desarraigados y atomizados individuos gobernados por una élite a la que desconocen; o su alternativa, la de un individuo acorazado que, lejos de encontrarse ´arrojado desnudo´ ante un colosal Estado supranacional, halla cobijo en las mencionadas instituciones intermedias, de entre las cuales destaca la familia”. Esta cita me parece clave para pensar como se trama la ideología de esta nueva derecha, entrelazando elementos del liberalismo extremo (minarquismo) con valores culturales del conservadurismo, que en el caso de Pandemonium sobresalen en la última parte el libro.

La alemana Birgit Kelle, integrante de una conservadora ONG de mujeres, celebra que “cuando el Estado pierde el control, la mujer y la familia lo recuperan”. Para esta crítica del feminismo, “la mejor noticia de la pandemia” ha sido devolver a las mujeres a sus hogares y más específicamente al rol de madres. Las medidas de cuarentena repusieron a la familia en un lugar central.

Analía Goldentul y Ezequiel Saferstein, dos sociólogxs argentinxs que han prestado atención a la circulación editorial de referentes de la derecha argentina como Agustín Laje y Nicolás Márquez (cuyo El libro negro de la nueva izquierda vendió unos 20.000 ejemplares y dio lugar a eventos masivos) ya han advertido la “amalgama de valores liberales, nacional-católicos y conservadores” que caracteriza a este constructo ideológico en torno al cual se reúne un grupo social disperso, que no responde claramente a trayectorias de clase o niveles educativos. En una de las presentaciones realizadas por estos dos referentes locales en marzo del año pasado, Márquez hizo explicita su interpelación a “liberales que crean en la vida desde la concepción, conservadores que crean que la tradición tenga que estar al servicio del progreso y nacionalistas que no confundan el amor a la patria con el amor al Estado”.

Por eso, más allá del fantasma del comunismo, estos sectores construyen su enemigo con lo que denominan “la ideología de género”. En Pandemonium, la militancia feminista y LGBT+ recibe ataques más furibundos que el estatismo. Cuando lxs autorxs ven al feminismo y el Estado en un mismo camino la alarma suena aún más fuerte. Y dentro de la interna capitalista, aquella que los lleva a objetar a Gates, esta alt-right también carga las tintas contra las fundaciones Ford, Rockefeller y Open Society (Soros) por sostener la plataforma de debate Open Democracy que promueve -como denuncia el mexicano Rodrigo Iván Cortés Jiménez- “posturas de ´comunismo queer´, ´feminismo anti familia´ y contra el ´capitalismo opresivo´”.

No es casual entonces que el Population Research Institute tome la iniciativa editorial de reunir a estas voces de derecha para hablar de la pandemia (Al final del libro Remi Brague relativiza las cifras de muertos, que “son impresionantes, o al menos están diseñadas para ser impresionantes”, y propone compararlas con las del “colapso demográfico debido al control voluntario de la natalidad”). De un tiempo a esta parte, el catolicismo más conservador -expresado en esta edición por los editores, el diario digital Actuall, la opusdeista Universidad de Navarra y el Center for Fundamental Rights del nacionalismo húngaro- teje una trama con el liberalismo obsesionado por la libertad de mercado y la propiedad privada -cuyo portal de cabecera es PanAm y donde confluyen fundaciones como Civismo de España y Libre en Argentina-. Esta última, think tank al que pertenecen Laje y Kammerath, utiliza un término gramsciano para definir su tarea: “batalla cultural” (la de “contrarrestar la ideología progresista hegemónica y el imperio de lo políticamente correcto”, según su web).

En esa batalla consciente elaboran ideas que pueden parecer una ensalada pero que calan hondo y germinan en sectores a los que hemos sido incapaces de interpelar. O peor: a los que llegamos con altanería, tildándolos de fachos y globoludos, convencidxs de que siempre serán una minoría, una caricatura grotesca y por lo tanto sin viabilidad política, tal como veíamos a Jair Bolsonaro pocos años atrás.

 


Foto: Natalia García

DANIEL BADENES
Docente del Departamento de Ciencias Sociales. Director del Proyecto de Investigación “La edición en la era de redes”. Director del Proyecto de Extensión “El sur también publica”. Presidente de la Comisión de Asuntos Académicos del Consejo Superior.