Un aporte para pensar la heterogeneidad de “los anti-cuarentena”

por Juan Ignacio Spólita
Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Sociales (UNQ)

 

Los medios de comunicación denominaron como “marchas de los anti-cuarentena” a las manifestaciones que tuvieron lugar los días 30 de mayo, 6 de junio y 20 de junio de 2020 en el Obelisco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), con la participación de aquelles que actualmente presentan diversos tipos de descontento con las medidas del Gobierno respecto a la pandemia de Covid-19. Aunque, en rigor, la última fue impulsada originalmente en contra de la expropiación de la empresa Vicentín, en CABA tuvo un giro similar a las otras dos.

La denominación genérica “marcha de los anti-cuarentena” encierra un peligro: si sólo nos quedamos con la caricaturización que los medios realizan sobre quienes asistieron —algo así como “un grupo de paranoicos irresponsables que se manifiestan sin medir las consecuencias”—, no nos será posible comprender la complejidad y el riesgo que encierran ese tipo de expresiones en el espacio público. .

La polifonía en la “marcha anti-cuarentena”

En las manifestaciones era posible identificar una polifonía de voces y no meramente la de “paranoides” elucubrando teorías conspiranoicas sobre el Nuevo Orden Mundial. En efecto, en la convocatoria confluyeron una heterogeneidad de participantes que discutían las medidas de Aislamiento Social por diversos motivos. Sin pretender dar cuenta de todos, de manera rápida se podían identificar una serie de discursos característicos..

En primer lugar, posiciones vinculadas a expresiones opositoras, anti-peronistas y anti-kirchneristas, de un tenor similar al que se podía encontrar en cualquier concentración a favor de Macri en los años de su Gobierno. Si bien estas expresiones es posible rastrearlas en las tres manifestaciones, en la última —el “banderazo”— se han puesto de relieve, en parte, debido a que algunos de los referentes más importantes del espacio político Juntos por el Cambio —como, por ejemplo, Patricia Bullrich— se han declarado abiertamente en contra de la forma en que el Gobierno aborda el problema de la pandemia y han convocado a los ciudadanos a manifestarse al respecto. Señalar que en el Gobierno “son todos chorros” y “que manipulan la justicia”, son enunciados típicos de estos manifestantes. También es posible identificar que los mismos se autoproclaman como “defensores de la República”, frente a la supuesta amenaza del atropello del poder Ejecutivo hacia los otros poderes del Estado y a la Constitución Nacional.

En segundo término, encontramos algunas expresiones “libertarias”, esgrimidas desde posicionamientos cercanos a referentes como Javier Milei. Estos participantes bregan por la liberalización de la economía y manifiestan que las medidas tomadas por el gobierno responden a los lineamientos de un “Nuevo Orden Mundial”, fomentado por grandes financistas-socialistas (según sus propias denominaciones), como George Soros, y basado en un Estado autoritario y represor de las individualidades. En tercer lugar, y con dichos similares a los anteriores, se pueden identificar ciertas expresiones vinculadas al extremismo nacionalista de derecha. Estos también vinculan la pandemia con la búsqueda de un “Nuevo Orden Mundial” pero, en este caso, agregan al sionismo y a la masonería como los responsables de su instauración.

De estas dos posturas se desprenden diversas teorías conspirativas, como la que imputa la existencia de planes eugenésicos o la que señala la utilización de las vacunas como medio para controlar la natalidad. También, denuncian el intento, por parte de una elite internacional, de erigir un orden mundial “globalista” (motorizado por organizaciones internacionales tales como la ONU, la Unión Europea, el Mercosur, etcétera), con el fin de controlar fuertemente a la población y configurar nuevos Estados de tipo totalitario.

Finalmente, en las manifestaciones confluyeron también un grupo de manifestantes que reclamaban y solicitaban la posibilidad de retornar a sus fuentes de trabajo. Entre estos, incluso había quienes manifestaron haber votado al Gobierno y se auto-denominaban como “kirchneristas”.

El riesgo de desoír estas expresiones

Si bien estas manifestaciones fueron incipientes, se pudo observar un incremento importante de la circulación de estos discursos en la esfera pública. Aunque por el momento las reflexiones descritas no guardan una conexión entre sí, ni se articulan políticamente, con la continuidad de cualquier tipo de manifestación en el espacio público, esto puede cambiar. Puestos a jugar en las arenas contenciosas, los enunciados tienden a cobrar cierta cohesión al ser entramados por quienes tienen la capacidad de configurar, a partir de ellos, discursos que los articulen con datos duros de la realidad.

En el caso de las concentraciones aquí analizadas, podrían ser los discursos de ultraderecha, ya sea en su versión libertaria o ultranacionalista, debido a que no sólo comparten los mismos espacios de manifestación, sino que son aquelles que ofrecen explicaciones más articuladas del fenómeno, sin importar cuán alejadas o no estén de la realidad. Al hacerlo, el reclamo de quienes se preocupan por sus fuentes laborales y sus ingresos, corre el riesgo de quedar aglutinado y entramado bajo estas versiones de la extrema derecha.

En mi perspectiva, dentro de la polifonía de voces que compuso a estas manifestaciones, aquellas que piden por trabajo no solamente esgrimen un reclamo justo, sino que también —y a partir de lo anterior— dotan a la manifestación de una legitimidad que, sin ellos en la plaza, no podría haber tenido. Por lo tanto, considero que los diferentes niveles de Gobierno deben prestar oído y dar respuestas más integrales al reclamo por poder retornar a las fuentes de trabajo y garantizar los ingresos. Al hacerlo, quizás, pueda apartar el elemento de legitimidad que sustenta a estas manifestaciones y así lograr tanto dar respuesta a esta necesidad, como desarticular, más temprano que tarde, las expresiones de extrema derecha que buscan consolidar sus posiciones, aglutinando tras sus particulares y peligrosas demandas, los reclamos y preocupaciones legítimas que emergen en la crisis actual.

 


JUAN IGNACIO SPÓLITA
Estudiante avanzado de la Licenciatura en Ciencias Sociales, con orientación en Investigación Social, de la Universidad Nacional de Quilmes. Integrante del programa “Hegemonía: Cuestiones teóricas, estrategias metodológicas y estudios empíricos, con énfasis en las disputas por la cuestión agraria en la Argentina contemporánea”, perteneciente al Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC).